La naturaleza nos sorprende constantemente, y una de sus maravillas más misteriosas es la habilidad de ciertos animales para “ver” el campo magnético de la Tierra. Este fenómeno, conocido como magnetorecepción, ha cautivado a científicos durante años.
Aunque no hemos logrado entenderlo por completo, sí sabemos que muchos animales lo emplean para orientarse y recorrer distancias impresionantes. Pero, ¿cómo logran percibir algo que a nosotros, los seres humanos, nos resulta invisible?, y ¿cómo lo usan para sus desplazamientos?
¿Qué es la magnetorecepción?
La magnetorecepción es la capacidad de algunos seres vivos para percibir el campo magnético terrestre. Aunque la ciencia estudia el magnetismo de la Tierra desde hace siglos, no fue sino hasta el siglo XX que se descubrió que muchos animales lo usan activamente para orientarse.
Lo que nos resulta fascinante y difícil de comprender es que, mientras nosotros dependemos de los sentidos que ya conocemos —como la vista, el oído o el olfato—, estos animales tienen una forma única de percibir su entorno, que está vinculada a un campo magnético invisible pero muy real.
¿Cómo lo ven los animales?
A pesar de que nosotros no podemos “ver” el campo magnético, los animales con magnetorecepción parecen tener un órgano o mecanismo especializado para percibirlo. Diversos estudios muestran que estos animales pueden captar las líneas del campo magnético, las cuales se extienden desde los polos norte y sur. Esto les permite saber en qué dirección se encuentran y, en muchos casos, guiarse en largos trayectos, incluso en condiciones que parecen imposibles de enfrentar.
En el año 2000, un equipo de científicos alemanes descubrió que algunas aves migratorias, como el petirrojo, poseen células especiales en los ojos que contienen una proteína llamada criptocromo. Esta proteína es capaz de reaccionar a la luz cuando está presente un campo magnético, permitiendo a las aves “ver” el campo magnético. Gracias a un proceso químico complejo, estas células envían señales al cerebro del ave, permitiéndole identificar su posición y dirección.
Los animales y su habilidad para navegar
La magnetorecepción es importante para aquellos animales que migran o deben viajar grandes distancias. Por ejemplo, especies de aves migratorias como el petirrojo y la golondrina recorren miles de kilómetros cada año para llegar a sus lugares de reproducción. En el camino, deben cruzar océanos, enfrentar climas severos y sortear diversos obstáculos. Gracias a su capacidad para percibir el campo magnético, estas aves pueden orientarse con una precisión impresionante, independientemente de las condiciones.
Sin embargo, las aves no son las únicas que cuentan con esta habilidad. Mamíferos marinos como las ballenas y los delfines también usan el campo magnético para orientarse en sus migraciones. Las ballenas, por ejemplo, viajan por vastos océanos, y gracias a la magnetorecepción, logran mantenerse en la dirección correcta, aun en la inmensidad del mar, donde no hay puntos de referencia visuales.
Y no solo aves y mamíferos marinos tienen este don. Insectos como las abejas y las mariposas monarca también se guían por el campo magnético. Las mariposas monarca, en particular, realizan una migración extraordinaria desde América del Norte hasta México, un viaje de más de 4.000 kilómetros. El campo magnético les sirve de brújula natural para el largo recorrido.
¿Cómo usan los animales la magnetorecepción?
La manera en que los animales emplean la magnetorecepción para navegar no es tan simple como podría parecer. De hecho, esta capacidad se combina con otros sentidos. Por ejemplo, se ha descubierto que las aves migratorias también utilizan el sol y las estrellas para orientarse, pero el campo magnético actúa como un “sistema de respaldo” en situaciones donde las condiciones de luz no son las ideales. Esto les permite ajustar su ruta y seguir avanzando con seguridad.
Algunos estudios recientes sugieren que los animales que navegan usando el campo magnético también pueden detectar pequeñas variaciones en el campo, como las que se producen por las irregularidades en el núcleo terrestre o por la presencia de objetos magnéticos cerca de la superficie, como montañas o grandes formaciones de mineral de hierro.
La ciencia sobre la magnetorecepción
Gracias a los avances recientes en biología molecular y neurociencia, los investigadores han podido aprender más sobre cómo funciona la magnetorecepción. Aunque aún queda mucho por descubrir, las teorías actuales apuntan a que algunos animales tienen células sensibles al magnetismo en sus ojos, como el caso de los petirrojos. También se ha propuesto que podrían existir órganos especiales en el cerebro que ayudan a interpretar las señales del campo magnético. Otro enfoque sugiere que partículas de magnetita, un mineral magnético, podrían estar involucradas en el proceso de detección en algunas especies.
La forma en que estos animales procesan la información magnética en su cerebro sigue bajo un misterio, pero los avances en el estudio de la neurociencia podrían acercarnos a entender mejor cómo perciben este sentido tan diferente al nuestro.
La capacidad de ciertos animales para “ver” el campo magnético de la Tierra y usarlo para navegar es, sin duda, una de las maravillas más asombrosas de la naturaleza. Aunque aún no comprendemos del todo cómo funciona este sentido, está claro que es esencial para la supervivencia de muchas especies en sus migraciones y desplazamientos. Hoy sabemos que diversos tipos de animales utilizan esta habilidad de formas sorprendentes, logrando recorrer distancias enormes con una precisión asombrosa.











