El increíble animal que revive después de estar congelado

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Un diminuto animal logró volver a la vida después de pasar 24,000 años congelado en el hielo de Siberia. Se trata de un rotífero bdeloideo, un organismo microscópico que sorprendió a la comunidad científica al reactivarse y reproducirse tras descongelarse, demostrando que la vida puede resistir condiciones extremas durante milenios.

En 2021, un grupo de científicos rusos descubrió un ejemplar de este ser en el permafrost de Siberia, congelado durante aproximadamente 24,000 años… y logró volver a la vida.

¿Cómo es posible?

La historia del rotífero revive uno de los misterios más fascinantes de la biología: la criptobiosis, un estado extremo de inactividad en el que el metabolismo prácticamente se detiene. Durante este proceso, estos seres dejan de moverse, de alimentarse y de reproducirse, pero no mueren. Es como si quedaran en pausa, esperando condiciones favorables para volver a “encenderse”.

Los rotíferos bdeloideos, en particular, son conocidos desde hace tiempo por su capacidad de sobrevivir en condiciones hostiles. Son capaces de soportar sequías, radiación, ambientes tóxicos… y sí, incluso la congelación por milenios. Lo impresionante es que no solo “vuelven a la vida”, sino que también conservan la capacidad de reproducirse, como si el tiempo no hubiera pasado por ellos.

Una ventana al pasado

Cuando los científicos descongelaron cuidadosamente la muestra de permafrost y el animal comenzó a moverse, no solo fue un momento de asombro. También representó la oportunidad de observar cómo era la vida hace miles de años. A diferencia de los fósiles, este organismo no solo contaba su historia desde la quietud, sino desde la acción. Podía moverse, alimentarse, dividirse. Era un puente entre el pasado y el presente.

La muestra fue extraída a unos 3.5 metros de profundidad en una zona remota del ártico ruso, donde las temperaturas se han mantenido congeladas de forma constante por más de 20,000 años. El hallazgo fue publicado en la revista Current Biology, y desde entonces ha captado la atención de científicos de todo el mundo.

Animal revive congelado

Rotífero bdeloideo.

Lo diminuto también asombra

El rotífero mide menos de medio milímetro, pero su historia es gigantesca. No tiene órganos complejos ni un cerebro como el nuestro, pero sí una compleja maquinaria biológica que le permite entrar en un estado de animación suspendida con un control extraordinario. Imagina un animal tan resistente que puede aguantar sin oxígeno, sin agua, y en temperaturas tan bajas que destruirían las células de cualquier otro ser vivo.

Y no está solo. Este fenómeno no es exclusivo de los rotíferos. Otros organismos, como los tardígrados (también conocidos como osos de agua) y algunos nematodos, también han demostrado capacidades de supervivencia extremas. Sin embargo, la diferencia aquí es el tiempo: 24,000 años congelado y aún funcional es un récord asombroso.

¿Qué nos dice esto sobre la vida?

El hallazgo no solo maravilla a los biólogos. También plantea preguntas filosóficas y existenciales sobre la resiliencia de la vida. ¿Qué es estar realmente vivo? ¿Dónde comienza y dónde termina la muerte? ¿Qué más esconde el hielo eterno del Ártico?

Más allá del asombro, hay aplicaciones prácticas que los científicos ya están explorando. Entender cómo ciertos organismos sobreviven la congelación puede tener implicaciones en la criogenia, el almacenamiento de órganos para trasplantes, e incluso en la búsqueda de vida en otros planetas.

Si un rotífero puede sobrevivir 24,000 años congelado en la Tierra, ¿por qué no podrían existir formas de vida en las lunas heladas de Júpiter o Saturno, como Europa o Encélado?

Un mensaje desde el hielo

En tiempos donde todo parece acelerado, donde la urgencia y la inmediatez dominan nuestras vidas, el rotífero nos ofrece una enseñanza distinta: la paciencia, la resistencia, el saber esperar. Su historia es también una metáfora de la esperanza: aunque el entorno sea hostil, aunque el tiempo parezca detenernos, la vida puede resistir, reactivarse, reinventarse.

Estos diminutos seres nos recuerdan que la naturaleza no ha dejado de sorprendernos. En lo invisible, en lo congelado, en lo aparentemente inerte, sigue latiendo la posibilidad de lo imposible.

Así, el pequeño rotífero —casi imperceptible a simple vista— se convierte en un símbolo poderoso. No solo es un sobreviviente, es un testimonio vivo de lo que la vida es capaz de hacer cuando se aferra, silenciosamente, a seguir adelante.

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