Animales que “predicen” desastres naturales: ¿mito o realidad?

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¿Los animales predicen los desastres naturales? Una noche cualquiera de abril de 2009, en L’Aquila, Italia, los vecinos comenzaron a notar cosas raras. Perros que ladraban sin parar como si vieran fantasmas, gatos que desaparecían por horas sin razón, peces que, sin explicación, saltaban fuera de sus peceras. Pocos días después, un terremoto de magnitud 6.3 sacudió la ciudad. Y entonces vino la pregunta inevitable: ¿los animales sabían algo que ellos no?

No es la primera vez que se escuchan historias así. Desde hace siglos, en distintas partes del mundo, la gente ha contado cómo ciertos animales “presentían” terremotos, tsunamis o erupciones antes de que ocurrieran. Pero… ¿esto es real? ¿O simplemente estamos viendo lo que queremos ver cuando ya pasó lo peor?

Una idea que viene de lejos

La creencia de que los animales pueden anticiparse a un desastre no es nueva. Viene de tan atrás como la Antigua Grecia. El historiador romano Aelian relató cómo, antes de un gran terremoto en el año 373 a.C., ratones, comadrejas y serpientes huyeron de la ciudad de Helike. Y si nos acercamos a tiempos modernos, quizás recuerdes el tsunami del océano Índico en 2004.

Entre la tragedia y el caos, surgieron testimonios que afirmaban que elefantes y otros animales salvajes huyeron hacia las colinas mucho antes de que la gran ola llegara. Incluso algunos observadores de aves notaron comportamientos anómalos: vuelos extraños, cambios de dirección, silencios inesperados.

Entonces, ¿es solo coincidencia o hay algo más?

Sentidos más finos que los nuestros

Hay una explicación posible que no tiene que ver con magia, sino con biología. Muchos animales tienen sentidos muchísimo más agudos que los nuestros.

Los perros, por ejemplo, escuchan frecuencias que a nosotros se nos escapan por completo. Y su olfato puede detectar cambios químicos en el aire.

Los gatos —tan silenciosos como misteriosos— también sienten vibraciones en el suelo que pasan desapercibidas para nosotros.

Y los elefantes, según investigaciones del laboratorio de bioacústica de la Universidad de Cornell, tienen una habilidad impresionante: pueden captar vibraciones de baja frecuencia a través de las patas. Eso significa que podrían percibir movimientos sísmicos antes que los humanos.

Una teoría bastante extendida es que algunos animales sienten las ondas sísmicas primarias (P-waves). Estas son ondas que se propagan antes que las destructivas, y aunque son muy sutiles para el ser humano, podrían sentirse como una leve vibración para criaturas más sensibles.

ciencia: entre el asombro y el escepticismo
La comunidad científica, por supuesto, no se ha quedado de brazos cruzados. Ha habido estudios interesantes, aunque todavía no concluyentes.

Uno de los más citados fue publicado en 2011, en el Journal of Zoology. En él, investigadores observaron cómo un grupo de sapos abandonó su hábitat de cría días antes de un terremoto en Italia. ¿Casualidad? ¿Instinto? No se sabe.

Más recientemente, en 2020, otro equipo de científicos colocó collares GPS a vacas, ovejas y perros en una zona sísmica también en Italia. Notaron que, antes de algunos temblores, los animales se agitaban, se movían más, parecían inquietos. ¿El problema? No sucedía siempre. No era un patrón claro, ni constante. Es decir, interesante, pero no confiable aún.

Y esa es justamente la piedra en el zapato de este tema: no se ha logrado comprobar nada con consistencia científica. No porque los animales no sientan algo, sino porque no se ha podido traducir eso en un sistema de alerta real y funcional.

¿O será que somos nosotros?

Y aquí entra otro factor: nosotros, los humanos. Nuestro cerebro tiende a conectar puntos incluso cuando no están relacionados. Es lo que se conoce como sesgo de confirmación: recordamos al perro que ladró justo antes del terremoto, pero ignoramos los cientos de veces que ladró y no pasó nada.

Además, muchas veces interpretamos comportamientos normales como señales solo después del desastre. Un pez que salta de su pecera puede ser algo anecdótico, pero si al día siguiente hay un sismo, ya no lo vemos igual.

¿Es mito?

No del todo. Más que un mito, es una hipótesis sin pruebas sólidas. La ciencia no descarta que algunos animales reaccionen a estímulos previos a desastres naturales. Pero de ahí a decir que “predicen” terremotos hay un gran salto.

Lo que sí está claro es que estos seres están profundamente conectados con su entorno. Detectan cambios de presión, vibraciones, sonidos y olores de una forma que nosotros simplemente no podemos. No son oráculos, pero sí son sensibles.

Lo que el futuro podría revelar

Este interés ha dado paso a investigaciones nuevas. Hoy, en algunas zonas sísmicas, científicos están instalando sensores y cámaras para monitorear animales de forma constante. La idea no es reemplazar la tecnología de alerta temprana, sino sumarle otro elemento más: el comportamiento animal como posible indicador.

Quizá con el tiempo —y muchos más estudios— podamos aprender a “leer” estas señales. No sería la primera vez que la naturaleza nos da pistas… y no las escuchamos.

Reflexión

Decir que los animales saben cuándo va a temblar puede ser una exageración. Pero decir que no sienten nada es subestimarlos. En algún punto entre el instinto, la percepción y la ciencia, hay una historia que seguimos tratando de entender.

Así que la próxima vez que tu perro no pare de ladrar o tu gato esté más inquieto de lo normal, no entres en pánico. Pero tampoco lo ignores del todo. A veces, escuchar a los animales es otra forma de aprender a escuchar el mundo.

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