El origen de los colores: ¿Por qué algunos colores no existen en la naturaleza?

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El mundo que nos rodea está lleno de colores vibrantes, desde el azul profundo del océano hasta el verde brillante de las hojas, sin embargo, hay ciertos colores que parecen no existir en la naturaleza o que son extremadamente raros de encontrar.

Pero, ¿por qué ocurre esto? La respuesta se encuentra en la física de la luz, la biología de nuestra visión y la forma en que los pigmentos y estructuras reflejan la luz.

La física del color y la luz

Para comprender el origen de los colores, es fundamental entender cómo se generan. La luz visible es una pequeña parte del espectro electromagnético y está compuesta por diferentes longitudes de onda. Cuando la luz blanca incide sobre un objeto, algunas longitudes de onda son absorbidas y otras son reflejadas. La combinación de estas longitudes de onda reflejadas es lo que percibimos como color.

Por ejemplo, una manzana roja absorbe todas las longitudes de onda excepto las que corresponden al color rojo, que son reflejadas hacia nuestros ojos. Pero hay colores que no se encuentran en la naturaleza porque no existen longitudes de onda puras que los representen o porque no pueden ser reflejados de manera natural.

Colores inexistentes en la naturaleza

1. Magenta: un color que no está en el espectro

Uno de los ejemplos más notorios de un color «que no existe» es el magenta. Si observamos el espectro de luz visible, encontramos los colores del arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Pero el magenta no aparece en ningún punto del espectro. Este color es, en realidad, una ilusión creada por nuestro cerebro cuando combinamos luz roja y luz azul sin ninguna longitud de onda intermedia.

El ojo humano tiene tres tipos de conos sensibles a la luz roja, verde y azul. Cuando vemos el magenta, en realidad están activados los conos sensibles al rojo y al azul, pero sin ninguna estimulación del verde. Nuestro cerebro «inventa» el color magenta para llenar ese vacío, ya que en la física no existe una longitud de onda correspondiente a este color.

2. Verde verdadero en mamíferos: una rareza biológica

Aunque el verde es un color común en la naturaleza, especialmente en plantas, es sorprendentemente raro en los mamíferos. Esto se debe a la falta de pigmentos verdes en la piel y el pelaje. Algunas ranas y lagartos tienen tonos verdes debido a una combinación de pigmentos amarillos con la forma en que su piel dispersa la luz azul. Sin embargo, los mamíferos no pueden producir un pigmento verde natural, por lo que este color no aparece en su pelaje de manera auténtica.

3. Azul puro en la naturaleza: un truco estructural

El azul es otro color que parece estar en la naturaleza, pero en realidad, es extremadamente raro como pigmento. La mayoría de los objetos azules en la naturaleza no tienen pigmentos azules reales, sino que dependen de la estructura de su superficie para reflejar la luz de una manera que percibimos como azul.

Un buen ejemplo de esto son las mariposas Morpho y las plumas de algunos pájaros como el guacamayo azul. Estas superficies contienen estructuras microscópicas que dispersan la luz de manera que solo reflejan las longitudes de onda azules. Si se trituran las plumas o las alas de estas criaturas, el azul desaparece porque ya no está la estructura que reflejaba ese color.

Los colores imposibles y la percepción humana

Más allá de los colores que no existen en la naturaleza, también hay colores que, teóricamente, no podemos ver con nuestros ojos. Estos se conocen como «colores imposibles» y resultan de combinaciones de estimulación visual que nuestro cerebro normalmente no procesa.

Por ejemplo, el «amarillo-azul» es un color que, en teoría, debería existir si combinamos la luz de ambos tonos en igual intensidad. Sin embargo, nuestros ojos procesan amarillo y azul como opuestos en el círculo cromático, lo que significa que no pueden ser percibidos simultáneamente. Experimentos han demostrado que, bajo condiciones específicas, el cerebro podría ser engañado para ver estos colores imposibles, pero no son parte de nuestra visión normal.

Conclusión: El color es una ilusión construida por nuestro cerebro

Los colores que percibimos no existen como entidades físicas, sino como interpretaciones de nuestro cerebro basadas en la luz reflejada y absorbida. Algunos colores, como el magenta, son ilusiones creadas por nuestra mente. Otros, como el azul de las plumas y mariposas, dependen de trucos estructurales en lugar de pigmentos. Y algunos colores simplemente no pueden existir en la naturaleza porque la biología y la física no permiten su aparición.

La próxima vez que observes el mundo que te rodea, recuerda que el color es más que un simple reflejo de la luz: es una construcción fascinante de la mente humana.

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